La apetencia y la palatabilidad de los alimentos son cuestiones clave para lograr un crecimiento óptimo, puesto que el olfato y el gusto son los principales factores que afectan al consumo de alimento. Mientras que el olor afecta a la apetencia, el gusto determina la aceptación o el rechazo de la alimentación. Los mecanismos implicados en el reconocimiento del sabor son los mismos para todos los mamíferos, sin embargo, la interpretación puede diferir por especies o de manera individual. Por lo tanto, una sustancia que puede resultar sabrosa para el ser humano, puede no serlo para un animal. El aspartamo es un buen ejemplo, ya que es dulce para los seres humanos pero insípida para los cerdos. La interpretación también depende de las experiencias anteriores. Por ejemplo, un sabor amargo suele asociarse al desagrado. Su sensibilidad es más acusada que otros gustos, siendo el responsable de la mayoría de rechazos en piensos. Es habitual encontrar gusto amargo en materias primas vegetales y medicinas. En la naturaleza, las sustancias amargas suelen ser perjudiciales y, de hecho, muchas de las toxinas letales que se encuentran en las plantas venenosas son descritas como alcaloides amargos. Para hacer frente a esta situación, Norel ha creado Dulcoapetente S-400, especialmente diseñado para enmascarar el sabor amargo y promover la conducta de alimentación adecuada. En piensos medicados para lechones destetados y en comparación con un grupo de control, el consumo de alimento diario mejoró en un 20,3%, la ganancia diaria un promedio de 36,8%, y el índice de conversión de 12,0%
Luis Mesas
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